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Jorge Alberto Hernández
En la Revista de Español Vivo -Español actual-, que dirigen Lidio Nieto Jiménez y Leonardo Gómez Torrego, hay una interesante nota referida al tema que nos sirve de título, firmada por uno de los directores, Leonardo Gómez Torrego, en el que se formulan "algunas observaciones sobre el género gramatical" en el último diccionario de la RAE de 1992.
Se refiere dicha nota al desdoblamiento en masculinos y femeninos de muchos sustantivos referidos a cargos, títulos y profesiones cualificadas, que antes eran comunes en cuanto al género y, en ocasiones, epicenos (epiceno es, según el diccionario oficial: "El apelativo, especialmente de animal, que posee un solo género gramatical con el que designa tanto al varón o al macho como a la hembra: una persona, el milano").
Para ser más claros tenemos que señalar que en el diccionario académico de 1992 (al que nos referimos) están registradas como femeninas, presidenta, ministra, abogada, arquitecta, ingeniera y tantas otras, además de jueza , que aparece en el volumen junto a la juez , pues la palabra juez se nos da también como común . Dice el autor que con esta actitud, la RAE parece haber seguido los dictámenes de movimientos feministas que reclamaban una gramática y un diccionario menos machista.
Lo curioso es que la mayoría de las mujeres (por lo menos en España) prefieren seguir llamándose médicos, ingenieros, arquitectos, etc., con el artículo femenino delante ( la médico...) o, incluso, con el artículo masculino, lo que no diferencia sexo (el médico podría ser hombre o mujer). Por lo tanto, optan por el género común o el significado epiceno antes que el género femenino marcado por las desinencias.
En las profesiones cualificadas (o poco cualificadas) no se encontraba obstáculo para el desdoblamiento ( panadero/a, lechero/a , etc.), mientras que las cualificadas se resistían, por exigencias de prestigio, tal vez, a ese desdoblamiento.
Por eso, la RAE, aún admitiendo el sustantivo jueza , ha dejado también la forma la juez , quizás porque le parecía extraño un femenino en -a de un masculino terminado en -z . Algunos estudiosos señalan que no parece que los académicos deban arrepentirse de tal introducción en el diccionario del femenino jueza (que es lo que personalmente opinamos nosotros, desde nuestro humilde punto de vista, como ampliando el concepto abogamos por el femenino presidenta . No hay que olvidar que la RAE también registra la forma modisto , verdadera violencia gramatical, ya que el sufijo -ista es invariable al lado de el modista .
Dice Gómez Torrego, en el trabajo citado, que, si embargo, hay en el diccionario algunas referencias al género, que no acabamos de entender: a) ¿Por qué si el diccionario registra los femeninos bedela, edila y concejala , no se hace lo mismo con fiscal? ¿No hay mujeres fiscales (o fiscalas)? Pero es que ni siquiera se da la opción del género común ( la fiscal ). Pues en la citada edición viene sólo como masculino. ¿No ocurre lo mismo con industrial, profesional , que sólo aparecen como masculinas y no, al menos, como comunes en cuanto al género? Después de todo, como común aparecen las palabras corresponsal (el/la corresponsal) y comensal (el/la comensal) y como entrada léxica propia la palabra oficiala .
Y sigue preguntándose el codirector de la revista, ¿por qué hay una entrada tenienta no sólo para la "mujer del teniente", sino también para "la mujer con grado de teniente", y no existen las formas desinenciales (terminales) para los demás sustantivos que designan grados militares ( general, comandante, coronel, almirante... )? Sí aparece capitana como "mujer que es cabeza de tropa". Por nuestra cuenta pensamos que una solución sería feminizar todos los sustantivos de esta índole, evitando así las dudas y las confusiones, admitiendo bombera, albañila, peona , ya que en la actualidad las mujeres ejercen esas tareas.
Lo mismo extenderíamos estas consideraciones al término mandataria , que sólo aparece como mandatario , ya que está admitido ministra , por ejemplo. Hay muchos ejemplos que podríamos señalar en este sentido y que por razones de espacio omitimos incorporar a este trabajo.
En el punto f del trabajo que comentamos, el autor señala que hoy se oye mucho la forma azafato (por lo menos en España) como masculino de azafata , aunque no está registrada oficialmente. Así como se admitió modisto , bien se admitiría azafato (masculino).
Este tema del género gramatical en nuestro idioma ha sido motivo de numerosas discusiones. Es el accidente por el que los nombres, adjetivos, artículos y pronombres pueden ser masculinos, femeninos o (sólo los artículos y pronombres) neutros. Debemos tener en cuenta que se llama también género a ciertas particularidades que presentan algunas palabras en su empleo, en relación precisamente con ese vocablo.
Señala María Moliner que " género común es el de las palabras que sirven con la misma terminación para aplicarlas a hombres y mujeres: ´ el testigo, la testigo´; género epiceno es (ya lo señalamos) el de las palabras que con el mismo artículo y la misma terminación designan el macho y la hembra de la misma especie: la perdiz ; y género ambiguo es el de las palabras que se emplean unas veces con artículo masculino y otras con femenino: el mar y la mar .
El estudio del idioma debe hacerse con seriedad y constituir una constante e incansable tarea que sepa de la tenacidad "del clavo enmohecido", como decía Almafuerte. Y así lo entendemos nosotros.
Enlace con el Diario El Litoral del día11 de junio de 2005
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